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La Ciudad Perfecta



Autor: M. Clefer
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Páginas: 121

Descripción:
La vida, tal y como la entendemos en el concepto cristiano de la palabra, se debería escribir en plural: las vidas.
La posibilidad de vivir una segunda existencia, inmortal, es el principal reclamo para cualquier religión cristiana que se precie. Aunque los conceptos de cielo e infierno, al no estar claros, frenan muy mucho los argumentos sobre la inmortalidad.
La inmortalidad cristiana está sujeta a dos conceptos básicos: Si eres bueno pasarás la eternidad gozando de la presencia de dios; si eres malo, de la del diablo. Con esas premisas tan simples, las compañías informáticas no habrían vendido ni una cuarta parte de sus programas. Si eres bueno podrás usar las nuevas tecnologías. Si eres malo, te habrás de conformar con una libreta, un lápiz y la biblioteca pública.
De siempre, no han dicho que, si caemos en el infierno cristiano, el diablo nos torturará por y hasta la eternidad. El diablo nos castigará por se malos, ¿por qué? Se supone que él es el MALÉFICO, el jefe, ¿por qué va a castigar a sus propios seguidores?
El diablo es un ángel caído, un paria arrojado del cielo cristiano por no aceptar la supremacía de dios. ¿Por qué ha de complacerle? ¿Por qué va aceptar su decisión y cumplimentar su castigo? Me resisto a considerar el infierno como una franquicia del cielo.
Ya sabemos que dicen los hombres que dice dios que nos ofrece el diablo. ¿Y qué dicen los hombres que dios nos ofrece?: La vida eterna. Sí, ya estamos al corriente de ello. ¿Qué tipo de vida?, esa es la pregunta. Me da miedo la respuesta. Sí, ese tipo de vida: placida, contemplativa, de éxtasis infinito.
Con estas señales, no es de extrañar que, incluso lo más fervientes creyentes, se aferran desesperadamente a la existencia carnal. Todos, creyentes o no, desearíamos adquirir la vida eterna en la que se supone es ésta, nuestra existencia. Sin tener que esperar a una próxima, tras el paso por el mundo conocido.

¡Y si nos alejamos de los conceptos religiosos! De existir, ¿cómo sería esa segunda y supuesta definitiva existencia? ¿Estaría condicionada por nuestro comportamiento en este mundo primario? Premio y/o castigo. Yo no lo creo.
¿En verdad somos causa y resultado? Es decir; ¿vivimos la mortalidad y después la inmortalidad condicionada o, realmente somos inmortales y la vida es únicamente un paréntesis, tan sólo una experiencia? ¿Un castigo?

En La Ciudad Perfecta, sus habitantes viven sin estar sujetos al imperio de las religiones, sino a las de un Orden Superior. A un Orden Natural que rige desde el principio de los tiempos.





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