Autor:
Miranda Ramos
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(ayer: #38353)
Páginas: 128
Descripción:
Una fría mañana de invierno, decenas de personas se amontonaban en un parque estupefactos; Un bebé con apenas una horas de nacido, yacía en una banca casi congelado por la nevada nocturna. Todos dieron un paso hacia atrás abriendo la boca, cuando vieron que de la bola de nieve, se asomaron (moviéndose lentamente) sus diminutos dedos de recién nacido? ¡Estaba vivo!
John Robinson, fue adoptado unos meses después. Brindando alegría a sus nuevos padres, la felicidad por fin había llegado a sus vidas. Hasta que notaron que algo andaba mal, cada cierto tiempo y sin motivo aparente, la temperatura corporal del infante descendía llevándolo al borde de la hipotermia.
No hubo doctor que atinara a saber lo que padecía. John, cualquier día moriría congelado. Su madre angustiada, una noche en la que el bebé lloraba más que nunca, al darse cuenta de que las cobijas no le calentaban en lo más mínimo. Desesperada corrió a hervir agua en la estufa, estaba tan asustada por su hijo que cogió la cazuela llena de agua hirviendo sin protección? al sentir el metal caliente, por reflejo la soltó, dejándola caer sobre sus pies.
Dio un alarido de dolor y se dejó caer al suelo pidiendo ayuda. Sus quemaduras fueron de segundo y tercer grado. En el mismo instante en que su madre sintió el agudo dolor, John dejó de llorar. Y no volvió a sentir frio? hasta muchos años después.
John Robinson tuvo una infancia normal, incluso feliz. Pero llegó el fatídico día en el que volvió a sentir como el frio le quemaba la sangre, sus huesos se retorcían poco a poco. Asustado sale del colegio caminando de prisa hacia su casa. Cuando sentía que ya no podía más, escuchó algunos gritos; en la acera de enfrente habían atropellado a un hombre y gravemente herido se quejaba llorando. El frío que sentía John, se convirtió lentamente en una cálida sensación de bienestar.
Los eventos de hipotermia fueron cada vez menos espaciados, y siempre eran seguidos por algún extraño accidente. Pronto John se dio cuenta de que el dolor ajeno era lo único que podía mitigar el suyo. Aprendió también que cuando llegaban esos ?eventos? eran siempre precedidos por un intenso escalofrío, y tardaba hasta un par de horas su cuerpo para llegar bajar su temperatura a un grado insoportable.
Con el paso del tiempo John se dio cuenta, tenía un par de horas para actuar, antes de que morir congelado, sabía que si no actuaba rápido? un ?casual? accidente, salvaría su vida; pero pondría en riesgo la de los demás (generalmente personas cercanas a él).
También aprendió que no solo el dolor físico de los otros mitigaba su frio? también el sufrimiento mental de las personas le ayudaba. Entonces por salvar su vida y la de los demás, se volvió malvado a veces. Conociendo así, los estragos morales de la culpa.
Al cumplir veintiún años, las crisis de frio llegan a diario por las noches. Cansado de tanto sufrir y causar daño, decide suicidarse. Volvió a sentir ese extraño escalofrió, se desplazó rápidamente a un bosque lejano, donde no habría humanos a su alrededor. Cuando llegó ya estaba tiritando, después de una hora más de intenso sufrimiento su corazón dejó de latir.
Lo que descubrió en ese momento? fue simplemente extraordinario.
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